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domingo, 22 de mayo de 2011

Todos juntos en una inmensa soledad~

Viene el olor a otra sudestada, trae el olor a leche cortada. Se intuye un sol naciente, incipiente, detrás del nubarrón ni se siente... Drena como una bruma infectada, trae explicaciones lacrimógenas, nadie puede creer, ¡Doy fe! Si una estrella nos guí­a, no se ve, no se ve, no se ve... Veo en un temblor de cara, paralización y rabia; trae el viento otras voces las oí­s: es una sinfonía de raíz. Como un trueno ronco ancestral del centro mismo de la tribu, todos juntos en una inmensa soledad. Un abrazo tuyo no vendría nada mal. Remolinos de semillas, buscando tierra para florecer. Y yo te ofrendo esta bronca pa' que la lleves al mar, pa' que no lloren los míos, rodillas en la ciudad. Y yo te pido esa fuerza, toda tu cruel decisión, pa' que este sueño partido despierte revolución. Estabas ahí­, parada en el cordón, con la cabeza gacha como pidiendo perdón. Al otro dí­a estabas en el umbral, por el olor sabía que estaba todo mal. Miré con odio al cielo y pronto blasfemé, porque lo que traías era todo nuestro descarte; nuestras pestes, plástico, hedionda polución. Miseria. Abortos de millones de corazones hechos mierda. Mientras más subías me dio por escapar; me fui para el techo, no quedaba otro lugar. Flameaba mi bandera blanca y celeste. Ya sin paz ni cielo, el paraíso se hizo peste. Todo lo que tiras al rí­o, vuelve, la pólvora mojada de otro temporal. Para nada sirve el sol, no va a evaporizar millones de litros de lágrimas. Remolinos de semillas, buscando tierra para florecer. Y yo te ofrendo esta bronca pa' que la lleves al mar, pa' que no lloren los míos, rendidos en la ciudad. Y yo te pido esa fuerza, toda tu cruel decisión, pa' que este sueño perdido despierte revolución.

Otra sudestada...




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