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domingo, 27 de marzo de 2011

Ya no ando ganas, sigo el consejo de Yira y recido en Jardines de Calma Feroz.

<<”Cuando yo andaba ganas de encontrarte, cuando yo te preguntaba "¿Qué tan lejos estás de acá?" Cuando te pedí que derramaras aunque sea una sincera lágrima por mí, aunque sea sólo por lástima, cuando yo te esperé durante ese largo invierno, soñando con que vinieras con mi abrigo, porque por si mal no lo recuerdo antes, en aquella tierra hacía frío si no estabas al lado mío... y vos me rechazaste, me negaste el acceso a tu corazón, congelaste mis sentidos, lloré y mi alma se cayó al piso...>>” escribía Dolores en un trozo de pergamino amarillento, no encontraba las palabras precisas para lo que quería escribir, respiró profundamente y entonces las palabras vinieron a su mente y se inclinó de nuevo sobre el papel para escribir lo siguiente:
<<”...Pero así como mi corazón dio un vuelco ante aquella noticia, que nunca podrías ser mío, ya cambiaron las modas, el invierno largo había terminado, sólo quedaba odio y rencor en mi corazón. Y ya no recordaba como se era... como era desvelarme todas las noches sólo para escuchar tu respiración y saber que estabas vivo aún y anhelaba a altas horas de la noche, que fueras mío. Ya no recordaba como era, no sentir que el ritmo acelerado de la vida porque el mundo giraba en torno a tu mar y tu canoa.”>> dejó el bolígrafo a un costado, suspiró aliviada de haber podido expresar todo lo que sentía su corazón acongojado.
Y entonces como un torbellino, llegó Yira a su vida. Y le dio buenos consejos para vivir sin su amor, para acostumbrarse al dolor, al carecer de su cariño. "Veras que todo es mentira, veras que nada es amor, que al mundo nada le importa. Aunque te quiebre la vida, aunque te muerda el dolor, no esperes nunca una mano, ni una ayuda, ni un favor. Ja ¿Para qué esperar?" Entonces limpió con la manga de su camisa las lágrimas que inundaban su rostro ante tal cruda y cruel verdad, y Yira se rio estruendosamente al verla llorar como una niña caprichosa.
-¿Cuál es tu pena? Caminas como la reina en la colmena. ¿Cuál es tu pena? Si cortaste con saltivia las cadenas que te unían al amor. ¡No llores! Todo pasa, él era un escritor de tu buena fe, nena, tenes que olvidar -dijo Yira con sabiduría.
-¿Cómo? –preguntó Dolores con voz temblorosa.
-Sexy overol, en el restaurant, pero ¡Él no te espera! ¡Él no te espera! -cantaba Yira.
-¿A dónde queres llegar con todo esto Yira? –la cólera invadió a Dolores, parecía que Yira se burlaba de ella.
-Y no olvidas y ves, que esta tristeza no puede ser, que algo mejor tiene que haber -cantaba Yira ignorando la pregunta y desconociendo la cólera que se apoderaba de su amiga- algo por donde salir a andar. Dale, Dolores no llores, dale, Dolores no llores -cantaba cuando vio que derramaba lágrimas- No, no llores Dolores ¡No! Pero ya basta, ya basta, sabemos que terminó. Dale Dolores no llores, dale, Dolores no llores.
-Está bien -balbució y limpió aquellas lágrimas que ardían como el fuego del mismísimo infierno.
-Hace borrón y cuenta nueva, es lo que te conviene... –le recomendó Yira. La cólera de Dolores, que creía que se había disipado, había vuelto, estaba bien que Yira hubiera superado todo y hubiera tenido miles de experiencias horrorosas que los ojos virginales de Dolores nunca habían presenciado, pero decirlo así, como si no tuviera mucha importancia hizo que la cólera de Dolores volviera.
-Pero ¿Cómo Yira, cómo? -dijo y las lágrimas acudieron de nuevo a mis ojos, dejando atrás la cólera, ocultó la cara entre sus blancas manitos, así Yira no podría ver que sus mejillas se tornaron sonrosadas por la vergüenza, estaba llorando ante Yira, una mujer impotente como el sol, con voz firme, con una forma de pensar única, una persona que había sufrido una y mil veces por cosas muchísimo más injustas y dolorosas, y ella llorando osaba a decir que la vida para ella estaba acabada y no había nada más por hacer. Lloraba, sí, lloraba por una desgracia, por un amor no correspondido... por un ando ganas que quedó en un ando ganas.
-Te voy a llevar a un lugar diferente, donde podrás reconstruir tu vida, es un lugar genial que te va a encantar -aseguró ella apoyando su mano sobre su hombro, y le dedicó una sonrisa sincera, que llenó de calor el pecho de Dolores.
Y emprendieron un largo viaje, sobre un carruaje pequeño impulsado por un caballo moribundo, por la carretera de suelo rojizo y ondulantes cerros verdes, el cielo azul carecía de nubes, pero estaba consagrado con un sol de verano potente. La presencia de aire era escaza, Yira tenía entre sus manos las riendas del caballo desolladas con mucha firmeza. Ella, se burlaba de mis quejas, jactándose de haber emprendido viajes mucho más largos y peores que ése.
-Oh, querida, cierra los ojos y caya de una vez –dijo Yira con una mueca burlesca en su rostro. Sin embargo obedeció.
Y al abrir los ojos, allí estaba, comenzando su estadía en Jardines de Calma Feroz, donde reinaba un sol de infinita paciencia, donde los locos cantaban sus canciones y aplaudían, se acercaban de a uno, de a dos y rápidamente se formaba una ronda y Yira cebaba mate. Una enfermera tetona, como prenda al perder un juego, tenía que imitar a una estrella de rock. Se reían, aplaudían contentos.
-Ya nadie puede ignorarte, ya conocen tu dolor -cantaba Yira- ya tu risa tiene música y tu voz tiene color.
-Basta de penas -de la nada había aparecido Ciro, los ojos de Dolores se abrieron con asombro, no sabía que él recidiera en Jardines de Calma Feroz- ¿Cuál es tu pena? Hoy tenes camino libré, ya sabes lo que es peor. Alguien siempre está llorando y culpa a todo al rededor. Pero Yira abrió una puerta en medio del paredón de tus desilusiones a causa del amor, nuevas oportunidades, nuevos amores, basta de penas -dijo sonriente dándole palmaditas en el hombro.
-Bueno bueno, ya es tarde, vamos adentro -dijo el más viejo, que tenía la barba plateada que le llegaba a la rodilla.
Y Dolores le pidió a Andrés que la acompañara y entrelazaran sus dedos, que tomara su mano.
-Muy despacito volaré... sobre el abismo volaré... -le aseguró.
-¿A qué te referís? -preguntó Andrés con inseguridad.
-A que voy a volar sobre el abismo del dolor, no voy a caer de nuevo... dame la mano, quiero volar sobre el abismo con vos... acompañadme un poquito... -le susurró al oído. Andrés no entendía muy bien a lo que se refería. Así que señaló al parapente, al abismo que había que indicaba el fin de la frontera de Jardines de Calma Feroz.
Y Andrés la acompañó en su locura, mientras ella pensaba "ya no ando ganas... sigo el consejo de Yira y recido en Jardines de Calma Feroz".




Gracias, http://luciaisapunkrocker.blogspot.com/ por prestarme el post.

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